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La pasión sidrera volvió a inundar las calles

La procesión de la sidra atrajo a devotos peregrinos, venidos de muy lejos a celebrar el Sidracrucis

Malagueños, murcianos, madrileños, leoneses y por supuesto asturianos demostraron ayer como se santifican las fiestas en Asturies, en un viernes de pasión sidrera que los llevó por chigres y llagares.

La primera parada fue en la sede de la Revista LA SIDRA, donde los participantes recibieron su “Kit” Sidracrucis, consistente en identificador personal, hoja de instrucciones, camiseta oficial “País de la sidre” etiqueta exclusiva, bono para la comida en la Primer Sidre l’Añu, entrada gratis para el domingo y un vale por una segunda botella de regalo en la Sidrería la Montera Picona, todo ello mientras se tomaban los primeros culinos y se ensayaba el himno del sidracrucis.

De ahí, en procesión siguiendo a los gaiteros, directos a los primeros chigres: El Sauco, Parrilla Antonio y la Montera Picona de Ramón, donde hay que agradecer la esforzada labor de los escanciadores que no dieron tregua. Afortunadamente los pinchos que acompañaban hicieron más fácil la labor a los participantes; en ese sentido es necesario destacar la abundancia y variedad servida en la Montera Picona, que convirtió su parada en una auténtica espicha.

Una vez cumplido el paso por las sidrerías de Xixón, el siguiente era visitar el Muséu del Pueblu d’Asturies, donde tuvo lugar la entrada triunfal en la Primer Sidre l’Añu, acompañados siempre por los gaiteros y ovacionados por el público presente. Allí permanecieron, disfrutando de la barra libre y las actividades, hasta que llegó la hora de la visita cultural y cogieron el autobús, rumbo a Nava, donde visitaron el Muséu de la Sidra, especialmente interesante para los que venían de fuera.

Y ya que estábamos en Nava, ¿cómo no visitar el llagar del ganador de la Meyor Primer Sidre l’Añu? Así que nos fuimos a visitar a Roza, donde Juan y Paloma nos recibieron y nos ofrecieron su sidra, directamente desde los toneles de madera que caracterizan este llagar.

Aún quedaba otra parada en Nava: las sidrerías El Florida y La Plaza, donde nuevamente se puso a prueba la velocidad y buen hacer de los echadores, mientras nos agasajaban con nuevos pinchos con los que ir forrando la sidra. La plaza de Nava se convirtió durante un tiempo en el mejor escenario donde los sidracruceros bailaron y cantaron, hasta que llegó la hora de la última parada.

En Quintueles esperaba la sidra del Llagar de Frutos, que nos abrió sus puertas para la apoteósica espicha final, remate perfecto para una intensísisma jornada sidrera.

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