Viene noviembre pisando fuerte, con el concurso de la Mejor Sidra Casera de Asturies, la Preba Popular de Parres y un trepidante campeonato de escanciadores, que a estas alturas ya ha dado el triunfo a un Salvador Ondó espectacular que se impuso con autoridad en los últimos concursos.
Viene fuerte y va a más conforme se aproxima la fecha en la que la Unesco valorará definitivamente la candidatura de la cultura asturiana de la sidra para ser incluida como patrimonio inmaterial de la humanidad. Con muy buenas perspectivas, pero sin que por ello haya que caer en triunfalismos, puesto que hasta la primera semana de diciembre no habrá nada definitivo.
Las expectativas son buenas, el esfuerzo y compromiso personal de los promotores de la candidatura, muy especialmente de Luis Benito García, junto con el apoyo incondicional de la sociedad asturiana han conseguido superar las incapacidades y el desinterés institucional que lleva retrasando injustificablemente esta candidatura durante años.
No hace falta explicar la transcendencia de semejante reconocimiento internacional para nuestra bebida patria. Tanta, que obligará a las instituciones a mirar seriamente por la sidra y su cultura, más allá de las buenas palabras y declaraciones de intenciones, de tal manera que obtener este reconocimiento será importante no solo por lo que representa cara al exterior sino por lo que supone para nosotros mismos, para nuestra sidra y para nuestra autoestima.
En otro orden de cosas destacar que vuelven los ‘Jueves de Sidra’ a Xixón, una iniciativa genial que potencia la sidra DOP, la gastronomía y las sidrerías, y que a estas alturas extraña que no se esté repitiendo en otros concejos asturianos. También tenemos la entrega de premios e inauguración de la exposición de las fotografías ganadoras del XVI Concursu Internacional de Semeyes LA SIDRA, un certamen único en su concepción y estilo, que aporta una expresión artística original a lo que constituye la cultura de la sidra.
¿Y qué decir de los amagüestos? Pues que se multiplican, que cada vez son más numerosos, dinámicos y participativos, y que suponen también una expresión más de esta cultura asturiana de la sidra que –esperamos- la Unesco venga a reconocer oficialmente como lo que es, patrimonio de la humanidad.
Eso sí, seguimos teniendo que importar manzana para nuestros llagares y no se ve que el problema vaya a mejorar. Incomprensible.