Es febrero mes de transición y de comienzo, de transición mientras se espera a tener en condiciones la que será la primera sidra del año, y de comienzo en lo que a los cuidados de los manzanos se refiere; tiempo de plantar y tiempo de podar. Un momento de espera y de preparación.
Tras la digna presencia de la sidra asturiana en FITUR y en Madrid Fusión, se anuncia ahora la celebración en Madrid Gourmet del que será el I Campeonato Mundial de Escanciadores, una brillante iniciativa que sin duda dará a conocer y promocionará nuestra sidra, y el arte del escanciado, pero que a la vista de la situación que se vive en Asturies, donde la figura y categoría del escanciador no está ni reconocida ni pagada, resulta en cierta manera contradictoria y despierta todas las alarmas. Corremos el peligro de convertirnos en una caricatura de nosotros mismos, vendiendo un ‘parque temático sidrero’ para en una Asturies donde no se respeta a estos profesionales, y donde –en consecuencia- cada día son más difíciles de encontrar.
Por otro lado, nuestros vecinos vascos acaban de inaugurar su campaña sidrera con la celebración del Txotx, con una menor producción de sidra, pero a la que atribuyen más caracter y algo más de graduación alcohólica, merece la pena pasar a probarla.
En lo que se refiere propiamente a las sidrerías, parte fundamental del sector de la sidra y la manzana que no siempre son tenidas debidamente en cuenta, queremos destacar su vitalidad pese a la difíciles circunstancias en las que nos movemos, y muy concretamente su esfuerzo por generar originales jornadas gastronómicas, en las que por lo general se potencia el producto autóctono y por supuesto nuestra bebida patria.
Poco más que añadir, esperar que para las próximas elecciones asturianas los partidos políticos se tomen la molestia de presentar propuestas para el sector, aguardar el próximo nombramiento de director del Museo de la Sidra asturiana en Nava, y prepararse para el próximo Sidracrucis y la Primer Sidre L’Añu, ¡¡que ya están a la vuelta de la esquina!!