La presencia de la sidra en Fitur y Madrid Fusión se ha superado este año, adquiriendo un mayor protagonismo y consiguiendo una mayor calidad en su presencia en los actos públicos.
Hay motivos para estar satisfechos, pero conviene poner las cosas en su sitio: la sidra, la cultura sidrera asturiana en general, es un buen gancho para atraer turistas a nuestro país, pero el turismo que viene a Asturies no va a tener mayor incidencia en el consumo de sidra, aunque sí del sidraturismo.
Es importante tenerlo claro, el tipo de turismo que se está potenciando para Asturies –masificado, muy estacional y de bajo presupuesto- no va a consumir sidra. Tomará una botella entre seis u ocho personas por aquello del tipismo y sacará una docena de fotografías al escanciador, pero seguirá la comida con un Albariño o un Rioja.
Lo que sí va a darse –ya se está dando- es un aumento del sidraturismo, especialmente la visita a llagares. Es una experiencia diferente, auténtica y de bajo coste que resulta muy atractiva para el turista medio, y que a buen seguro irá desarrollándose cada vez más.
En todo caso no cabe ninguna duda de que la demanda de sidra no va a variar de forma significativa por la masificación turística. Su consumo –la natural especialmente- está básicamente ligado a los hábitos de consumo de la población asturiana, y por eso su desarrollo está vinculado al fin de las políticas encaminadas a forzar la emigración de nuestros jóvenes, y por consiguiente a la mejora del nivel de vida y capacidad de consumo de la sociedad asturiana; así como a la reafirmación y transimisión de nuestra cultura identitaria. No hay que engañarse.
Por lo demás, febrero es un mes un poco de transición. No hay prácticamente eventos sidreros, seguimos expectantes al desarrollo de la sidra en los toneles… y para el mes que viene la XIV Primer Sidre l’Añu, pero todavía queda tiempo para eso, así que habrá que seguir aprovechando las ventajas de este cambio climático y disfrutanto de los merenderos, que –quién lo diría- este mes de febrero parecen estar haciendo un buen agosto, de lo que nos alegramos.