Comienza septiembre con sol, y la perspectiva inmediata del Salón Internacional de les Sidres de Gala –SISGA-, que en su octava edición coge nuevo impulso multiplicando la presencia internacional y el espacio de exposición que representa la Jornada de Cata Abierta que dará la posibilidad al gran público de disfrutar de la sidra de más de una docena de países de todo el mundo, experiencia única que da idea de la riqueza y diversidad del panorama sidrero internacional.
Con este Salón, la sidra se pone de largo, y se presenta y defiende con toda dignidad como producto de calidad digno para compartir y competir por espacios con cualquier otra bebida de características similares, como puede ser el vino o el champán, a la vez que reivindica la necesidad de un marco legislativo europeo que determine algo tan evidente como que la sidra es el resultado de la fermentación del mosto de la manzana, y que permita a los empresarios del sector tener acceso a las mismas ayudas de las que gozan sus homólogos del vino.
Importantes por demás son las palabras de Mª Jesús Aguilar, nueva directora general de Desarrollo Rural y Agroalimentación, que en su primera intervención en dicho cargo ha reconocido la necesidad de un Plan Estratégico de la Sidra, exigencia que hemos venido realizando reiteradamente desde estas páginas en los últimos tiempos sin haber encontrado eco ni respuesta por su predecesor en el cargo, Jesús Casas, cuya gestión deja un universo de buenas palabras y una absoluta falta de concreción de las mismas. Es mucha la labor pendiente que le queda por delante a Mª Jesús Aguilar: la eternamente aplazada presentación de la candidatura de la cultura sidrera asturiana como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad ante la Unesco sin ir más lejos, y el imprescindible Plan Estratégico de la Sidra cuya evidente necesidad ya ha reconocido, y esperamos guíe su gestión en el cargo.
Así mismo, seguimos a vueltas con la botella de sidra tradicional, indiscutible patrimonio asturiano, cuya defensa resulta especialmente complicada dada la legislación vigente, y la falta de implicación de un “Principado” a quien le correspondería liderar su reclamación como activo patrimonial y económico de la totalidad del sector sidrero asturiano.
Por último, la solidaridad y el compromiso del mundo de la sidra también ha quedado reflejada en la espicha de la Sidra de Asturies DOP en solidaridad con la Fundación Sandra Ibarra frente al cáncer. Una iniciativa que honra a quien la organiza y a quien participa en ella.