Editorial
Tiempo de espera para la sidra, con la mirada puesta en la Primer Sidre l’Añu a celebrar en Semana Santa, y ya aparecen de nuevo las polémicas alrededor del precio de la sidra, en las que se repiten las habituales argumentaciones respecto a los márgenes económicos que deja el producto a elaboradores y sidrerías.
Un debate donde podemos oír que hay más margen en una botella de agua que en una de sidra, pero se obvia que nadie entra a una sidrería a tomar agua; o que si se aumentara primero la calidad podría luego repercutirse en el precio. En todo caso esta reiterada polémica resulta estéril por demás, puesto que ofrece una respuesta simplista a lo que es un problema estructural del sector.
Lo cierto es que la pérdida de rentabilidad del sector sidrero no depende tanto del precio de la botella como de la disminución del mercado y de la capacidad de consumo. Ningún análisis objetivo puede obviar que estando el consumo de sidra –la natural especialmente- básicamente circunscrito a nuestro país, el hecho de que una sexta parte de la población asturiana se haya visto forzada a emigrar en los últimos 20 años –la más activa y con más capacidad de consumo, no lo olvidemos-, el envejecimiento de la población, el paro, la precariedad laboral, -y por tanto la disminución de la capacidad económica-, la aculturización y los cambios en los hábitos de consumo, provocan una severa disminución del mercado de la sidra, que no se ha visto compensada con la necesaria diversificación del producto, la entrada en nuevos nichos de mercado, el aumento del turismo, o la exportación, que sigue careciendo de canales efectivos más allá de los que cada llagareru tenga la capacidad de generar por sus propios medios.
Es evidente que el sector de la sidra, igual que ocurre con todos los sectores productivos, debiera contar con un Plan Estratégico que planifique y controle su evolución y los posibles escenarios futuros. Exactamente como ocurre con el sector lácteo, cárnico, vitivinícola…etc. ¿Por qué no con la sidra? Porque el sector de la sidra es básicamente un sector asturiano, sin mayor presencia a nivel estatal y sin normativa en la Unión Europea, lo que hace que esos planes no existan a esos niveles, correspondiéndole a un hipotético Gobierno Asturiano la elaboración de dicho Plan Estratégico; y aunque en Asturies solo tengamos un “Principado” es sobre él que recae la resposabilidad de elaborar dicho plan, basándose en los pilares que sustentan al sector: productores, llagareros, sidrerías.
Sin ese Plan Estratégico, el precio de la botella de sidra es una anécdota.
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