Editorial
Se nos acaba un año especialmente interesante en lo que a la sidra se refiere, y lo hace poniendo de manifiesto un interesante abanico de los nuevos tipos de sidra, tanto en lo que se refiere a calidad como en diversidad, todo ello unido a una cada vez mayor demanda social.
Las nuevas expresiones de nuestra sidra tradicional, sobre todo la sidra achampanada y la sidra brut, van ganando espacio progresivamente en nuestro país, e incluso a nivel estatal, y lo hacen no como consecuencia de un anticatalanismo enfermizo, sino como resultado de su cada vez mayor calidad y también, por qué no reconocerlo, porque la sociedad asturiana es cada vez más consciente de la necesidad de defender una economía identitaria.
El esfuerzo que han hecho, que hacen día a día, los llagareros es muy grande, la diversificación del producto es una necesidad evidente, pero la inversión en investigación y difusión del producto es enorme, por más que existan iniciativas como nuestro Salón Internacional de les Sidres de Gala que se preocupan de ayudar a su conocimiento y divulgación. Los resultados son buenos y las perspectivas mejores.
Lamentar, eso sí, toda la manzana que se ha perdido por no encontrar sitio en los llagares, la que se ha dejado pudrir en el suelo y la que se ha exportado –a precios ridículos- para zumos.
Es buen momento éste para recapacitar, y más allá del endémico desinterés e incapacidad de un “Principado” inoperante, hay que comenzar a plantearse la necesidad de un Plan Estructural para el sector sidrero, un sector sustentado en tres pilares: cosecheros, llagareros y sidrerías. ¡No nos olvidemos de las sidrerías! Un plan que dé respuesta a un panorama cambiante en el que hay que destacar los cerca de 200.000 jóvenes asturianos que se han visto forzados a emigrar en estos últimos 20 años, el envejecimiento de nuestra población, la aculturización que padecemos, y también el turismo que nos llega, la exportación, los nuevos avances científicos y técnicos aplicados al sector… Hay que planificar, saber a qué atenernos y realizar valoraciones y proyecciones objetivas.
Estamos en un buen momento y no hay que desaprovechar la ocasión para seguir mejorando.
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