Editorial
El mes de julio está siendo especialmente agradecido, y no solo por la profusión de fiestas de todo tipo donde la sidra es protagonista principal, sino porque en este mes se han conseguido una serie de logros que sin duda podemos considerar como históricos: la confluencia de llagareros en Sidre d’Asturies DOP, especialmente de la otra marca de calidad, la Sidre d’Escoyeta, la renovación del Festival de la Sidre de Nava, que aunque pausada es continua y acertada, y la sentencia del TSJA que, tras denuncia de nuestra editorial, condena al “Principado” por la arbitrariedad con la que concede ayudas y subvenciones, y que tanto ha perjudicado a nuestra revista LA SIDRA y a la web lasidra.as.
Del paso adelante en la Sidre d’Asturies DOP hay tanto que decir que este mes hemos editado un número especial en el que se trata específicamente de ella.
Del Festival de la Sidre de Nava damos amplia cuenta de él en nuestras páginas, y habría que añadir como valoración general que el éxito de sus nuevas iniciativas debieran animar a una evolución aún mayor. Parecen tener claros los objetivos y no estaría de más un poco de premura.
En cuanto a la condena al “Principado” lo dicho, un triunfo de la dignidad y del sentido común sobre aquellos que utilizan la Administración como mecanismo de chantaje premio/castigo y están habituados a financiar redes clientelares, dóciles y serviles por definición. Ser independiente y mantener la coherencia tiene un precio que LA SIDRA ha venido pagando con gusto. Con la sentencia del TSJA queda en evidencia la arbitrariedad en las concesiones de subvenciones por parte de “Principado”. Esperemos que las cosas cambien.
Y ahora mismo que se nos acumulan las fiestas de prau, donde la sidra siempre fue protagonista, sería un buen momento para reflexionar sobre ellas. No se trata únicamente de que la absurdamente restrictiva legislación del “Principado” las ponga en peligro, y que la SGAE se cebe en ellas, se trata de que paulatinamente han ido perdiendo su carácter tradicional. Poco a poco va decayendo en ellas el consumo de sidra, gracias a la mala calidad de algunas de las sidras que se sirven y también a la generalización del botellón, expresión de la tremenda aculturización que sufre la juventud asturiana. Habrá que pensar en ello.