Editorial
Comienza un nuevo año, y lo hace bien en lo que a la sidra se refiere. Hemos visto cómo en estas pasadas fechas la sidra ha ido recuperando protagonismo y espacios en el panorama asturiano, y es un buen momento para plantearse avanzar en los retos que tenemos presentes y preparase para los que sin duda irán apareciendo.
La diversificación de la sidra, tanto en su presentación como en sus múltiples variedades y expresiones, la indispensable internacionalización del producto -y en la medida de lo posible de la cultura que lo rodea-, el reconocimientos social y el afianzamiento de la sidra elaborada con manzana asturiana, y en consecuencia la plantación de nuevas pomaradas y la selección de nuevas variedades, la reivindicación de la sidra en el campo gastronómico, liberada de los tópicos que en su momento quisieron restringirla a poco más que un aperitivo, o el desarrollo del sidraturismo, remarcando su caracter identitario,,.
Ya en el terreno más político, donde se requiere una apuesta firme por el producto y el sector, esperamos seguir contando con la implicación de los Ayuntamientos asturianos. En el mismo sentido esperamos que en este nuevo año el “Principado” dejará de realizar sus brindis insititucionales con “vino español”, y sobre todo que tome cartas en la falta de una normativa común para la sidra en la Unión Europea, carencia por la cual el sector pierde anualmente varios millones de euros en su promoción, Así mismo, también tienen pendiente la inclusión de la sidra, su manejo y conocimiento, en los planes de estudio de la hostelería asturiana, el reconocimiento de la figura profesional del escanciador, como un auténtico sumiller de la sidra, la creación de una titulación de enología centrada en el mundo de la sidra, el compromiso y apoyo al sector sidrero, desde los cosecheros hasta las sidrerías, como elementos que conjugan el desarrollo económico con la capacidad identitaria, y por supuesto la consecución de la declaración por la UNESCO de la cultura asturiana de la sidra como patrimonio inmaterial de la humanidad, algo que otros proyectos que comenzaron a la vez ya han conseguido, mientras que el “Principado” aún no ha llegado a presentar la candidatura.
Esperamos también que este año se aclare el futuro del Muséu de la Sidre de Nava, y que no acabe siendo solo un reclamo turístico y sí el necesario centro de estudio, divulgación y desarrollo de la sidra asturiana y su cultura. Y por supuesto, tenemos la certeza de que en este año que comienza la sociedad asturiana seguirá profundamente comprometida con su bebida patria, ayudando a su expansión y desarrollo y sabiendo integrar dentro de nuestra identidad colectiva todas la expresiones y desarrollos que se vayan generando a su alrededor.
Es Asturies, y la sidra es nuestra bebida.