Finalizada la mayada en la práctica totalidad de los llagares, y con la sidra en pleno proceso de fermentación en toneles y tinos, es el momento de dejar que la naturaleza siga su curso y lleve a buen término todo el esfuerzo realizado.
Nuevamente en navidades las celebraciones se repiten y los encuentros festivo-gastronómicos con compañeros, amigos y familiares son una feliz constante que hay que aprovechar para recorrer el amplio abanico de sidra que tenemos en el mercado, comenzando por la natural para seguir con la de nueva expresión, la brut, la achampanada, la sidra de hielo, el licor de sidra, el aguardiente de sidra… sin olvidar la sidra dulce para quienes por edad, causas físicas o decisión personal quieran evitar el alcohol.
Momento también de felicitar a los valencianos, cuyas Fallas acaban de ser declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, mientras que la Cultura Asturiana de la Sidra, que comenzó su campaña al mismo tiempo, sigue pendiente de que el “Principado” presente la candidatura. No hace falta resaltar la trascendencia que tendría para la sidra haber conseguido este reconocimiento, desde una perspectiva socio-cultural por supuesto, pero especialmente en el plano económico, para el sector de la sidra, la hostelería y el turismo. Nos faltan palabras para calificar la actuación del “Principado”, decir tan solo que la falta de un gobierno realmente asturiano, que mire por lo nuestro, nos cuesta cada vez más caro a los asturianos.
Pese a todo ello la sidra avanza, y se observan nuevas actitudes. Ya no oímos la vieja cantinela de “la sidra ha tocado techo” y cada vez es más frecuente escuchar a los llagareros hablar de nuevos proyectos, tratar de lo mucho que se está haciendo y lo mucho que está por hacer, plantearse objetivos cada vez más ambiciosos, tanto en lo que a la calidad se refiere como a la expansión del producto en mercados nacionales e internacionales.
Son buenos tiempos, sin duda, se está trabajando bien y se recogen los frutos. El año que viene aún será mejor.