EDITORIAL
Nada mejor para la sidra que un verano tan calido y soleado como el que estamos gozando. Sidrerías, merenderos, romerías y fiestas de todo tipo nos ofrecen una estupenda oportunidad para disfrutarla, tanto más cuando la sidra de este año es de tan buena y contrastada calidad.
Y hay buenas noticias, porque el cambio de timón en la DOP parece anunciar novedades interesantes y un nuevo impulso a esta marca de calidad que, entre otras cualidades, facilita la pervivencia del sector agrícola asturiano. Vaya por tanto nuestra enhorabuena a la nueva dirección, y esperemos que se cumplan las mejores expectativas.
Por otra parte, el Festival de la Sidra de Nava volvió a triunfar un año más, y las pequeñas innovaciones que poco a poco se van incorporando suponen un toque de aire fresco cara a la necesaria actualización del evento. Nava lidera este tipo de eventos y de ella se espera su revitalización y desarrollo.
Lo que no va tan bien es el Muséu de la Sidre. Mientras se repasan viejos e inexplicables errores y deficiencias, su situación económica es cada vez más precaria y no parece que el “Principado” vaya a asumir sus responsabilidades. No se puede esperar mucho de una institución que cuenta con recursos para lo ajeno y escatima para lo propio, para lo asturiano, y en estos momentos podemos afirmar con práctica certeza que también han aparcado en vía muerta la candidatura para la UNESCO. Son así.
Y se van acercando nuevas convocatorias, Navia prepara su festival y Xixón celebrará a finales de agosto la Fiesta de la Sidra. En septiembre el Salón Internacional de les Sidres de Gala, el más internacional de nuestros eventos sidreros traerá a Xixón lo más novedoso y original que se está haciendo en Europa. Por medio cientos y cientos de fiestas y romerías donde la sidra es principal protagonista: les piragües, el xiringüelu, San Timotéu, El intercélticu d’Occidente, El Pote. Toda Asturies se baña en sidra y a los amantes de nuestra bebida patria nos faltan horas para disfrutarla todo lo que quisiéramos.