EDITORIAL

Se inicia con fuerza la temporada sidrera, la Primer Sidre L’Añu marcó un inmejorable comienzo, y el Sidracrucis dejó claro que hay muchas ganas de disfrutar la sidra de este año. Por si fuera poco acaba de presentarse un nuevo producto derivado de la sidra, Roxmut, el vermú de sidra. Además la Sidra de Manzana Seleccionada califica su primera cosecha de sidra sobre la madre, sumándose de esta manera a la campaña iniciada por LA SIDRA hace más de ocho años de prestigiar la sidra nueva, sin trasegar.

Por otra parte se inician con intensidad los festivales sidreros. Acaba de celebrarse el de La Felguera y ya tenemos la Folixa de la Sidre en Ribeseya y la Preba de Gascona… Por si fuera poco la presencia asturiana en el Apfelwein Weltweit ha sido más que destacada, con estand propio de LA SIDRA, de la Fundación Asturies XXI y del Llagar Trabanco, con tres Premios Pomme d’Or. También hemos estado en el Salón Gourmet, cumpliéndose con las espectativas. Próximamente Alimentaria, en Barcelona, contará con llagareros asturianos presentando internacionalmente nuestra bebida.

A todo ello hay que sumar que a finales de abril se presentará el SISGA’16 en Barcelona, en una Cena de Gala realizada en colaboración con el Centro Asturiano de Barcelona (CAB), y a la que asistirán destacadas personalidades del mundo de la enología y la gastronomía, así como de la comunidad asturiana en Cataluña. Complementariamente a ello, también organizamos la I Folixa de la Sidre en el CAB… se nos acumulan los eventos.

Lamentablemente no todo va tan bien. Lo del Muséu de la Sidre de Nava clama al cielo, y parece que lo poco que se avanzó en 20 años de historia puede acabar en nada, en un divertimento más para turistas. Otro tanto podríamos decir de la candidatura en la UNESCO de la cultura asturiana de la sidra como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. El “Principado” ni está ni se le espera, en este asunto.

La sidra asturiana va a más, pero desde luego no porque Asturies tenga un gobierno propio que la defienda. La incompetencia se suma a la falta de voluntad, y los resultados son desalentadores. Menos mal que nos queda la sidra.