EDITORIAL
El Salón Internacional de les Sidres de Gala ha superado sus propias expectativas y ha conseguido que por unos días Xixón sea la capital sidrera de Europa ofreciendo a los asturianos la posibilidad de conocer y disfrutar de las diferentes variedades de sidras de gala que se producen en nuestro continente, con la participación de los llagares más innovadores y de mayor calidad.
Mención expresa merecen los llagareros asturianos, con una muy destacada presencia de todos ellos, y cuyos productos han sido especialmente galardonados con los premios SISGA’15 por el jurado internacional, como es el caso de Cortina, Riestra, Panizales, Mayador, Viuda de Angelón, Norniella y la Casería San Juan del Obispo.
Como conclusión se ha valorado la necesidad de la sidra de evolucionar y ocupar nuevos y más dinámicos espacios y mercados, y la urgencia de que la sidra cuente con una normativa europea común que permita acceder a las ayudas y subvenciones de la U.E., tal como ocurre con el vino.
Por otra parte, el conflicto entre los cosecheros de manzana y los llagares continúa enconándose, pero no acaba de darse una reflexión compartida entre las partes interesadas para alcanzar puntos mínimos de entendimiento. Por nuestra parte lo hemos repetido en anteriores ediciones, se trata de utilizar un concepto honrado de asturianía, para todo y para todos, de soberanía alimentaria y de recuperación del tejido socio-económico asturiano, apostando por la materia prima que producimos aquí.
En términos similares, lo que está ocurriendo con el Muséu de la Sidre de Nava es muy grave, muestra de incapacidades y de falta de apoyo institucional a un proyecto en el que debiera de existir un consenso absoluto, otro tanto podríamos decir de la declaración de la cultura asturiana de la sidra como patrimonio inmaterial de la humanidad por la UNESCO, de la que nada se sabe y nada se espera.
Por lo demás, se acercan las navidades, y es un buen momento para empezar a pensar en recuperar la sidra achampanada, dulce o brut, en nuestras mesas y celebraciones, y para continuar exigiendo al “Principado” que haga otro tanto y se olvide definitivamente de su vergonzante “vino español”.
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