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Sidracrucis, Asturies tien otra pasión

Los esforzados penitentes culminaron con éxito la dura prueba sidrera que los llevó en solemne procesión de sidrería en sidrería y de lagar en lagar

La mañana empezó con ganas: media hora antes de la cita ya teníamos a algún participantes al pie del local de la Revista LA SIDRA, punto de partida del Sidracrucis, anhelando empezar. Lo primero, por supuesto, el repaso a las normas, el reparto de etiquetas del Sidracrucis y el ensayo musical con el himno oficial de la ocasión, el “Xermanín, échame un culete” en las angelicales voces de los penitentes, que retumbarían después por las calles y sidrerías de la ciudad.

La primer parte del nuestro recorrido penitente se centró en las sidrerías de Xixón, con la primera parada en la Montera Picona de Ramón donde no solo nos recibieron con una mesa de pinchos, sino que contamos con el equipo más  prometedor de echadores del campeonato, incluyendo al campeón Wilkin Aquiles y a la primer clasificada femenina, Alejandra Venegas.

De ahí tiramos para el barrio el Natahoyo donde los vecinos recibieron la procesión con bailes y aplausos desde las ventanas. Es de justicia destacar la generosidad del pincheo, tanto en la Sidrería El Mostachu como en la Sidrería Trebol, así como el buen trato dispensado que nos hizo sentir como en casa. En cada sidrería fuimos atendidos por profesionales echadores que no dejaron que pasáramos un minuto de sed y por mesas de avituallamiento inundadas de los pinchos más variados y sabrosos.

Después de este comienzo había que demostrar que la fe mueve montañas, peregrinando en más o menos solemne procesión por las calles de Cimavilla, siguiendo a los gaiteros y a la botellona y sorprendiendo a todos los que por el barrio esperaban otro tipo de procesión.

Así llegamos, ya con hambre y sed, a la Primer Sidre l’Añu, en el Atalaya, donde tenían una mesa reservada para nosotros con más comida y por supuesto, la sidra de medio centenar de lagares. Aprovechamos la ocasión para echar unos bailes, ya que estábamos allí.

A eso de las cuatro y media salimos rumbo a la siguiente parada: el lagar de Sidra Cortita, donde tuvimos el lujo de ser atendidos personalmente por Tino, lagarero de muchas generaciones con toneladas de saber sidrero que los penitentes supieron aprovechar para hacer montones de preguntas y aprender, mientras probábamos la sidra de diversos toneles.

La siguiente parada, ya la penúltima, nos ha llevó a Nava, a las sidrerías de La Florida y Plaza, donde nuevamente fuimos obsequiados con generosos pincheos mientras nos echaban sidra y los gaiteros animaban a la concurrencia con su música, sin que la lluvia que empezó a caer a esa hora de la tarde detuviera a los penitentes sidreros.

El remate a tan dura jornada fue en el Llagar de Lolina, en Sorribes, donde podemos decir que todos los participantes llegaron en buenas condiciones y aún con muchas ganas de fiesta, como quedó demostrado con bailes, cantares y muchas risas. Lo que ya costó más fue acabar con la espicha, porque la fartura era acumulativa, pero la Sidra de Roza ayudó mucho.

Después de tan dura jornada, los penitentes volvieron a casa con la satisfacción del deber cumplido y grandes sonrisas. Los esperamos hoy, a ellos y a todos vosotros, en la Primer Sidre l’Añu, que el día pide sidra. Recordad, en Cimavilla.

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