José Manuel Alonso ha dedicado su vida profesional a trabajar en la sidra, sus recuerdos nos permiten conocer los cambios que ha experimentado la elaboración de la bebida
LA SIDRA.- Conoce cada centímetro del llagar. Con suma amabilidad y gran presteza, nos enseña una a una las máquinas que producen la bebida más identitaria de Asturies. Explica a la perfección cada paso de su elaboración, desde la llegada de la manzana hasta su empaque. Y lo hace con total seguridad y precisión, también con cariño. No es de extrañar, es como su segunda casa… quizás la primera.
José Manuel Alonso ha dedicado su vida a la sidra. «Yo comencé a los catorce o quince años a trabajar en el llagar. Empecé con el abuelo de Tino Cortina, después me fui a ‘la mili’ y al volver seguí trabajando en la bodega. De aquella también había mucha crisis en la sidra, ¿eh?” recuerda una de las personas que más conocen el producto emblema de los asturianos. Pero desde adentro, desde sus tripas.
Cuando en los últimos años se habla del desarrollo en los sistemas de elaboración y de cómo estos han impulsado la producción de sidra; pocos hacen referencia a trabajadores como él, que han vivido en carne propia todos los cambios que han sobrevenido en los últimos treinta años. “La sidra es un producto que ha sabido superar las coyunturas más adversas de la sociedad de consumo” ha explicado en numerosas ocasiones el historiador Luis Benito García. Y en gran parte ha sido gracias a ellos, a los trabajadores, que no solo han sabido adaptarse a los nuevos tiempos, sino que ellos mismos han sido quienes han aportado su experiencia e ideas para mejorar la cadena de producción. Ellos sí que son las generación 2.0, ellos sí que han visto cambios… Este artículo continúa en la revista La Sidra 187, la correspondiente al mes de julio.